Las luces de la conciencia

Publicado en por Héctor Bernardo

 

Biblioteca Braille de la provincia de Buenos Aires

 

En La Plata se encuentra una de las cinco bibliotecas para no videntes que hay en todo el país. Tiene más de 4 mil títulos entre obras sonoras y de sistema braille y el servicio que presta es invaluable no sólo para los ciegos de la provincia de Buenos Aires, sino para los de todo el país y para la sociedad toda. 

 

 

“Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.”

Poema de lo Dones, de J. L. Borges.

                         Por Héctor Bernardo y Javier Güanes

 
 

El joven de sonrisa amable se abre paso entre las estanterías cargadas de volúmenes y carpetas, cruzando ágilmente los estrechos pasillos que conservan el suave eco de voces inspiradas. Ahora, sus dedos rasgados navegan por un río picado de sabiduría centenaria, descifrando códigos con la desenvoltura de un erudito. A medida que analiza pacientemente la coherencia de cadenas de caracteres, estos  van cobrando sentido. Luego, descansa sus manos sobre el escritorio, y suspira. Sabe que cuando Borges comenzó a quedarse ciego decidió escribir el Poema de los Dones, adjudicándole a un Dios - en el cual no creía – la ironía de quitarle la vista a una persona cuyo único vicio era la lectura.

 Los muros señalados por Borges  estaban cargados de conocimiento pero “inútilmente”. Tal vez, como los que su amigo Umberto Eco pensó para la abadía medieval de “El nombre de la rosa” (y seguramente no es casual que el abad sea un hombre ciego y hosco obsesionado por mantener el conocimiento encerrado, alejado del acceso a las masas).  

Los muros que se pueden descubrir detrás de una pequeña puerta verde en 47 entre 5 y 6 no tienen como fin esconder  nada, no buscan ocultar intrigas de personajes crípticos, ni refugiar a desvalidos. Ésta es una biblioteca que trabaja extendiéndose antes que replegando, luchando por derribar barreras más rígidas que las de piedra. Aquí, los copistas realmente iluminan manuscritos, tesoros que aguardan a ser descubiertos por un mundo de personas ávidas de conocimiento.

 

 

Hace más de 50 años                                       

 

Cuando, en 1946,  se creó la Biblioteca, a través de la ley provincial 5.113, se establecía  en el artículo 1º: “Destínase la suma de cien mil pesos moneda nacional( ...) para la creación de una sección [Sistema Braille] dependiente de la Dirección General de Cultura (Departamento Bibliotecas Populares)...”. En su segundo artículo se agrega que: “La dirección y organización de esta sección estará a cargo de invidentes designados por el Director General de Cultura, y todas las funciones y actividades inherentes serán realizadas por los mismos, dentro de lo posible...” completándola con el Art. 3º que señala que: “Se instalará un cuerpo de copistas Sistema Braille a efectos de aumentar el material bibliográfico de la Sección.”

La biblioteca abre sus puertas un año después de la sanción de la ley, el 14 de mayo de 1947, transformándose en la primera institución de ciegos que tuvo la provincia de Buenos Aires.

Mientras las bibliotecas comunes pueden adquirir los libros en cualquier editorial las que son para no videntes se ven obligadas a transcribir las obras a braille o grabarlas en casete.

Este tipo de instituciones se dividen, generalmente, en dos clases: aquellas que tienen todas las obras escritas en braille y, en segundo lugar, las llamadas bibliotecas parlantes, en las que el contenido de los libros está en casete.

Ésta tiene  la particularidad de ser de carácter mixto, esto significa que posee  4200 títulos, entre obras grabadas y obras en braille. Los préstamos no sólo se hacen dentro de la provincia, sino que son dirigidos a todo el país y al extranjero (especialmente a Uruguay) por correo.

Su director, Marcelo Calvo, afirma que “debido a que existen personas que han quedado ciegas por diabetes, glaucoma o por alguna situación cualquiera durante la adultez, no saben leer braille y prefieren oír u libro en lugar de leerlo, por eso se hace necesario tener un gran número de títulos en casete.”

 

Del otro lado del muro

 

Más allá del habitual servicio de prestamos que realiza la biblioteca, también posee un área de extensión que se encarga de proyectar la institución hacia fuera. Un afuera que los directivos suelen dividir en dos grupos: los no videntes y la comunidad toda. Esta división – por más paradójico que suene- no tienen como fin separa, sino integrar. Esto se debe a que las actividades que se realizan para el primero de los grupos tratan de acercarlos a la sociedad  y  las destinadas al segundo tratan de acercar a las personas con vista a la discapacidad.

Para las personas ciegas suelen realizarse actividades como, por ejemplo, visitas al Museo de Ciencias Naturales donde una serie de guías los llevan a recorrer áreas especificas enfocando temas como: la cultura precolombina, la evolución de la especie a través del cráneo, etc.; también se organizan charlas, conferencias proyección de videos y los viernes se realizan una serie de encuentros para que las personas que perdieron recientemente su visión formen grupos en los que se cuenten sus experiencias y encuentren cuál es el mejor camino para afrontar sus situación. La idea es que estas personas sepan que su vida no se termina con la perdida de un sentido tan importante como es el de la visita.

Y, para que las personas que ven eliminen sus prejuicios con respecto a los ciegos se suelen realizar charlas en escuelas e instituciones de la provincia donde “la idea central es lograr que los chicos tomen conciencia de cómo relacionarse con las personas ciegas, que sepan cómo estudian, trabajan, cómo pueden relacionarse, para ayudarlos a cruzar la calle, por ejemplo” afirma Marcelo Calvo. El fin de este trabajo se puede definir con una palabra: desmitificar.     

 

 

 

La ignorancia que separa

 

El director de la Biblioteca Braille, Marcelo Calvo, suele atender personalmente a todo aquel que se acerque a realizar alguna consulta. Mientras se acomoda en el viejo sillón se su pequeña oficina, este hombre de 63 años, toma la actitud de quien siente placer al compartir una charla. Acompaña las palabras claras con los gestos delicados de sus manos y los combina con una sonrisa espontánea. Sin perder la simpatía, pero con la actitud de quien se sabe perseverante, decide contar una anécdota para mostrar, con un ejemplo, esas barreras que hay que vencer para lograr una verdadera integración. 

“La gente suele atribuirles a las personas que no ven otros defectos. Por ejemplo, yo siempre cuento una anécdota de una experiencia que viví cuando estaba con mi hijo en el ómnibus. Allí, una mujer que estaba sentada detrás de nosotros dijo:

- Pero que desgracia pobre muchacho - en referencia a mí.

 Y el hombre que estaba a su lado le contestó: -  Y... yo para estar así preferiría morirme-

- Viste el chico que lo acompaña. ¡Qué cara de bueno! Le debe pagar-

 Para ellos, yo tenía tres defectos. El primero, era el hecho de ser ciego, el cual ellos notaron porque subí del hombro de mi hijo; el segundo, que era sordo porque hablaban con tal naturalidad como si yo no los pudiera oír; y el tercero, que era incapaz de tener hijos, porque suponían que ese chico que iba conmigo me estaba acompañando por compasión.

Entonces, cuando el micro doblo a la derecha, yo que estaba desesperado por establecer un vínculo con estas personas dije fuerte:

-  Estamos en 7 y 49 así que faltan 8 cuadras para la Terminal-    

 Enseguida la mujer dijo – ¡Ay... pero este hombre ve!-

Así que para estas personas, además de ser ciego, sordo y no poder tener hijo, era tonto, porque ni siquiera me podía dar cuenta por dónde andaba.”

 

 

Mensaje en una botella

 

Cuando una persona se discapacita es necesario un marco de contención importante, y si la familia no está preparada se discapacita la familia toda.

Marcelo subraya esto afirmando que “He tenido que trabajar con padres que me dicen delante de sus hijos: ´la desgracia que me tocó vivir´. Entonces los chicos sienten la tristeza de sus padres, el desconocimiento, la angustia y, al no saber cómo afrontar la situación, lo van a afrontar mal”.

La gran barrera para la integración es el desconocimiento. La gente debe acercarse, preguntar y dejarse enseñar. Nadie nace sabiendo, pero la única manera de vencer la discriminación es acercarse y conocer al otro.   

La Biblioteca Braille es una trinchera en la ardua lucha por la integración. Un refugio abierto, de pasillos estrechos que desbordan de libros y de personas ansiosas por vencer los muros culturales que nos separan del mundo de las luces del alma y de la conciencia.

 

Originalmente publicado en la Revista "La Pulseada"
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